La sensación de estar enamorados es grandiosa pues nos hace ver que todo es perfecto aun cuando no lo es.

Nos olvidarnos de los problemas y nos concentrarnos sólo en esa persona que tanto significa para nosotros, y, si todo sale bien, llegamos al amor. 

Un amor que sucede cuando la relación es más fuerte, y aunque las mariposas en el estómago han dejado de aletear, nos demuestra que siempre estarán vivas y que en algún momento especial las podremos sentir de nuevo. 





Nos entregamos y sin pensarlo demasiado, nos lanzamos al vacío sin saber lo que se esconde debajo. 



A veces caemos sobre un terreno suave que nos recibe con los brazos abiertos y otras veces nos damos cuenta que no hay abrazos que nos reciban debajo; que la superficie es más dura de lo que esperábamos y que la oscuridad reina en ese mundo que creíamos perfecto.

Un gesto, una frase, una mirada… 
Sólo se requiere de un instante que nos indica que todo terminó o simplemente que nos demuestra que en realidad no era amor. 





Nos toma un momento darnos cuenta que la persona que aparentemente caminaba a nuestro lado en realidad miraba en otra dirección. Impotencia, inseguridad, tristeza, desesperanza, sufrimiento, dolor… 





nos invaden y nos hacen creer que no hay nada que valga la pena,

 sin embargo debemos confiar en que de una manera u otra llegaremos al camino que nos llevará a encontrar nuestro verdadero amor.

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